Las Aves de Rapiña

Foto de Dean_Conant_Worcester
A continuación reproducimos el editorial "Las Aves de Rapiña", escrito por Fidel A. Reyes, redactor-jefe de El Renacimiento el 30 de Octubre de 1908, que provocó la querella de Dean Conant Worcester y el posterior cierre del periódico.

En la extensión del globo, unos han nacido para comer y devorar, y otros para ser comidos y devorados. Una y otra vez, estos últimos se han agitado, tratando de rebelarse contra un orden de cosas en que son presa y pasto para la veracidad insaciable de los primeros. Alguna vez han tenido suerte ahuyentando lejos a los comedores y devoradores, pera en la mayor parte de las veces, no se ha conseguido más que un cambio de nombre o de plumaje. 

En todas las esferas de la creación, la situación es la misma, la relación entre unos y otros es la que dictan el apetito y la fuerza para saciarlo a costa del prójimo. Entre los hombres, es facilísimo observar el desarrollo de este  fenómeno diario. Y por alguna razón psicológica los pueblos que se creen poderosos han tomado por emblema las criaturas más fieras y más dañinas: ora es el león, ora el águila, [ora] la serpiente. Unos lo han hecho por un secreto impulso  de afinidad, otros por efecto de una simulación, de variedades infatuadas aparentando lo que no son ni puede ser jamás.

El aguila, simbolizando libertad y fuerza, es el ave que ha encontrado más adepto. Y los hombres, colectivos e individualmente han querido copiar e imitar el ave más rapaz, para triunfar en el saqueo de sus semejantes. Hay hombres que además de ser águilas, reúnen en sí las características del buitre, del buho y del vampiro. Subiendo a las montañas de Benguet para clasificar y medir cráneos de igorrotes y estudiarlos y civilizarlos y sorprender al vuelo, con ojo de ave de rapiña, donde se encuentran los grandes yacimientos del oro, la presa oculta entre los montes solitarios, para apropiárselos después, gracias a esto a facilidades legales hechas y deshechas al anteojo, para siempre en beneficio propio.

Autorizando a despecho de leyes y ordenanzas una matanza ilegal de ganado enferma, para sacar beneficio de la  carne infecta y podrida que él mismo estaba obligada a condenar en virtud de su posición oficial. Presentándose en todas las ocasiones con el ceño fruncido del sabio que consume su vida en los misterios del laboratorio de ciencia, cuando toda su labor científica se reduce a desecar insectos e importar huevas de peces como si los peces de este país fueran menos nutritivos y menos ricos, de tal como que valiera la pena de sustituirlos con especies venidas de otros climas. 

Dando un impulso admirable al  descubrimiento de veneros de riqueza en Mindoro, en Mindanao y demás puntos vírgenes del Archipiélago con el dinero del pueblo y con el pretexto de bien público, cuando en rigor se trata de pescar todos los datos y la clave de la riqueza nacional en provecho personalísimo como se demuestra por la adquisición de inmensas propiedades registradas con nombres ajenos. Promoviendo por medio de agentes y consocios secretos la venta a la ciudad de terrenos sin valor por cantidades fabulosas que los padres de la ciudad no se atreven a rehusar por el temor de disgustar a quien va detrás de la moción, y que no rehúsan por lo que les conviene. Patrocinando la concesión de hoteles en sitios terraplenados con la perspectiva de enormes utilidades, a expensa de la sangre del país.

Tales son las características del hombre que es a la vez águila que sorprende y devora, buitre que se solaza en las carnes muertas y putréficas bajo aparente omnisciencia petulante y vampiro que chupa en silencio la sangre de la víctima hasta dejarla exangüe.

Estas aves de rapiña son las que triunfan. Su vuelo y su dirección jamás se ven detenidas. ¿Quién los detendrá? Unos participan del botín y del saqueo. Otros son tan débiles para levantar la voz de protesta. Y otros mueren en desconsoladora destrucción de sus  propias energías y intereses. 

Y entonces surge terrorífica, la leyenda inmortal: MANE, TECEL, PHARES.

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