Bienvenidos al Semanario de Filipinas

Bienvenidos al Semanario de Filipinas.

Queremos comenzar este primer artículo de este primer número del Semanario de Filipinas simplemente reproduciendo el Discurso de doña Gloria Macapagal Arroyo, actual Presidenta de la República de Filipinas, durante la ceremonia de ingreso como miembro numerario de la Academia Filipina, Correspondiente de la Real Academia Española:

"Quisiera, antes que nada, agradecer a la Academia Filipina el alto honor con el que hoy me distingue, al nombrarme Miembro Numerario de su institución.
Los que bien me conocen, saben que siempre he preservado y mantenido, muy celosamente, mi carácter de universitaria; porque en la universidad he pasado muchos de los momentos mas agradables de mi vida. Por ello, acceder a un nuevo título académico, me llena de honor y de satisfacción.

Pero, es que, este acto, ademas tiene para mi unas connotaciones personales que lo hacen especialmente emocionante.
Como todos ustedes bien lo saben, pertenezco a una familia en la que la lengua española forma parte de mi vida.
También me he casado con una familia que habla el español con maestría. Mi suegro, Don Ignacio Arroyo, descendiente de antepasados que vinieron de Asturias, manejaba la lengua española con elegancia intelectual.

Mi padre, el Presidente Diosdado Macapagal por esta misma lengua, le daban, el gran respeto que siempre le distinguió como persona, como político y como el gran filipino que fue y que tanto dio para esta país, al que quería más que nada en el mundo.
Pero no menos experta en los secretos de la lengua española era mi madre, Doña Evangelina, que disfrutaba enormemente utilizándola. Eran sus construcciones delicadas y preciosas, por las que se translucía su fina sensibilidad.
Yo sé que, mis padres, de ambos lados, estarían muy felices hoy, aquí, entre tantos amigos, viendo a su hija verse distinguida por la Académica Filipina. Y a ellos, quiero ofrecer este pensamiento, que no es simplemente de nostalgia, sino de genuino amor filial y de homenaje a quienes tanto debo.
Personalmente, y de la benéfica influencia de mi familia y de la familia de mi marido, siempre he sentido que la lengua española ha sido algo integrante en mi propia personalidad. Porque, también, siempre he estado convencida de que la lengua española forma parte de nuestra personalidad nacional filipina.

Nuestros héroes nacionales, empezando por el Dr. José Rizal, fueron capaces de expresar su amor por Filipinas en español. En español se promulgó la primera Constitución. En español escribió José Palma nuestro precioso Himno Nacional. En español se construyó una enorme parte de la personalidad nacional de Filipinas, y esto es algo por el que los filipinos de hoy, debemos sentirnos orgullosos.
Personalmente, yo misma soy capaz de expresarme en varias de nuestras lenguas nacionales; tagalog, capampangan, ilocano, cebuano, ilonggo. Y, junto a ellas, con las que siento comunión nacional indeclinable, lo puedo hacer en español. Y con ello, no se disminuye mi fuerza nacionalista como filipina, sino que la incremento, la hago más completa, más redonda, más cabal.
Porque, en el fondo, me da mucha pena que gran número de filipinos, incluso reputados intelectuales, no sean capaces de leer a José Rizal en la lengua original en que escribió sus obras maestras.
Claro que también comprendo, que en algún momento, en este país, ha sido necesario crear una conciencia nacional de defensa de los valores locales, potenciando las lenguas de todas nuestra regiones. Pero, una gran falta fue la de no considerar que la lengua española era también un valor local.
Porque, no nos engañemos. El español no es, hoy día, y en pleno siglo veintiuno, simplemente la lengua de nuestros colonizadores, sino que es un instrumento lingüístico moderno, vermicular, y que une a más de cuatro cientos millones de personas en el mundo y cuyo redescubrimiento pueden resultar de sumo interés para el desarrollo del pueblo filipino.

Si miramos, al futuro de este país, nos encontraremos con que en su discurso histórico, hemos utilizado, como lenguas nacionales, dos de los idiomas más importantes del planeta; el español y el inglés.
Y esto es un patrimonio, un tesoro, a nuestra disposición.
Hace unos meses, la Universidad de Filipinas concedió un doctorado, honoris causa, al escritor español, Premio Nobel de Literatura y Académico de la Real Academia Española, Camilo José Cela. En su discurso ante un foro tan sensible como lo es el de la UP, todos creían que el Dr. Cela solamente iba a hacer una encendida defensa de la lengua española. Y, para sorpresa de la generalidad la hizo, pero no sólo del español, sino del español y del inglés. Conjuntamente, como grandes lenguas que un país como Filipinas debiera ser capaz de utilizar con maestría.
Su tesis fue muy simple; hoy día, hay que ser multilingüe. No hay que conformarse con hablar tan solamente la propia lengua.

En un mundo competitivo como el nuestro, hay que acostumbrarse a otras expresiones, y sobre todo a aquellas que permitan comunicarse más y mejor.
En nuestros complicados tiempos, siempre es más interesante lo de sumar que restar.
Esta es una lección que aprendí de mis mayores y que intento aplicar en la actualidad.
Hoy por hoy, miles de filipinos ayudan, con su sudor, Y desde tierras lejanas y a veces en difíciles condiciones personales y familiares, a la reconstrucción, a la modernización, al desarrollo de su patria.
Tengo para todos ellos el respeto más profundo . Y todos ellos que desde mi función publica, cuentan con mi apoyo más enérgico.
Un valor del filipino en el mundo internacional es el dominio de una lengua internacional, como el inglés. No sería ninguna tontería sumar a ese valor el dominio del español, que nos abriría más aun todavía, muchísimas más puertas en el mundo. Sobre todo teniendo en cuenta que para nuestros nacionales, el español no es una lengua difícil, porque en nuestras propias lenguas tenemos un amplísimo patrimonio lingüístico de cuño hispánico, que facilita enormemente su aprendizaje.

Una de las labores más sustantivas de esta, nuestra Academia Filipina, está en ayudar a que se crean unas condiciones objetivas de reconocimiento de entre el pueblo filipino, de entre la juventud filipina especialmente y en la que tengo depositada todas mis esperanzas, de esos valores que la lengua española contiene para todos nosotros.
Mis esfuerzos, como Académica Numeraria, irán enderezados en este sentido, por amor a una lengua que pertenece al patrimonio nacional filipino, y por amor, en definitiva, a Filipinas.

He dicho".
(En Villa San Miguel, 10 de Enero de 2000)

Y en nuestra humilde opinión, ha dicho pero que muy bien, y con un dominio perfecto del idioma español que ya quisieran para sí mismos muchos peninsulares.

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