Tirso de Irrureta Goyena, quien puede ser visto en la fotografía de la derecha que fue tomada por su nieto, Alex Waterhouse-Hayward, en una curiosa escena en la que aparece conducido por su chófer japonés (al parecer en aquella época los japoneses trabajaban al servicio de los filipinos), fue nombrado como correspondiente de la Real Academia Española de Filipinas en 1915. Escribió entre otros el libro "Por el Idioma y Cultura Hispanos", al que pertenece el capitulo que reproducimos a continuación.
Algunos opinan, al parecer, por la dualidad de idiomas en nuestro país, sosteniendo que ambos á dos, el castellano y el inglés, pueden constituir á la vez los idiomas nacionales de Filipinas. El idioma castellano es el idioma de un pasado de tres siglos, el idioma de las tres primeras centurias de civilización europea en el país, el idioma de epopeya y de los patriotas de la época revolucionaria. El inglés es el idioma del presente, de la nueva nación dominadora fuerte y jovén, y es la lengua, al mismo tiempo, más difundida en el Extremo Oriente, con cuyos países sostendrá Filipinas en lo futuro sus más íntimas relaciones comerciales y políticas. Ambos deben, por consiguiente, conservarse; ambos deben ser, en fin, los idiomas nacionales de la futura república filipina.
Somos los primeros en sostener que no laboramos contra el idioma inglés. Somos partidarios, consiguientemente, de la convivencia amistosa en el país de ambos idiomas. Sostenemos que el inglés no solo debe conservarse, sino que su conocimiento debe seguir siendo objeto de difusión. Pero entendemos que el castellano, ha sido, es y deberá ser el único idioma nacional de Filipinas.
Es indudable que si los filipinos pudieran poseer ambos idiomas á la perfección, sería esto lo más ventajoso para sus intereses. Pero el poseer, dominándolos, dos idiomas á la vez, y dos idiomas de léxico tan rico y tan variado como el inglés y el castellano, es cosa imposible para un pueblo en general, para una colectividad compleja y numerosa, como es toda una sociedad nacional, como es en este caso el país filipino. El poseer á la perfección dos idiomas á la vez es privilegio reservado á ciertos y determinados indivíduos dotados de especiales aptitudes filológicas. Y si extremamos las cosas, notaremos que aún aquellas personas que pasan por conocedoras de dos idiomas diferentes, dominan más uno que otro, y que, salvo rarísimas excepciones de inteligencias muy privilegiadas, no obstante poseer dos idiomas, piensan y sienten en uno de ellos exclusivamente, realizando una traducción mental de sus ideas y pensamientos de un idioma á otro.
Y ese idioma en que piensen y sienten las personas poseedoras de dos idiomas distintos, será su verdadero idioma propio, y no aquel en que exprese sus ideas y sentimientos después de haberlos traducido en su interior del idioma que brotó espontáneamente de su corazón ó de su inteligencia. Y ese idioma en que se pinesa ó se siente, cuando se refiere á todo un pueblo, ó á una gran parte del mismo, es su verdadero idioma nacional. Y es indudable que infinidad de filipinos piensan y sienten en castellano, y piensan y sienten de tal manera en este idioma, que mejor expresan en él los estados diversos de su alma que en cualquiera de los idiomas nativos.
La mejor demostración de este aserto la tenemos en nuestro insigne Rizal. En medio de las penalidades y sufrimientos de una cárcel, teniendo de cara á la muerte y bajo la tremenda exaltación patriótica de sus últimos momentos gloriosos, cogió la pluma para entonar un canto de despedida á su patria, es decir, á su madre, á nuestra madre común, su adorada Filipinas, y aquel sublime corazón habló en emocionantes é inspiradísimas estrofas castellanas.
Pero se dirá: ¿no tiene Suiza tres idiomas nacionales? ¿no tienen dos Bélgica, el Canadá y la Confederación sud-africana? ¿Por qué no ha de poder tenerlos Filipinas? Y nosotros contestaremos diciendo que esto es no tener en cuenta en absoluto la forma y las circunstancias bajo las cuales Suiza, Bélgica, el Canadá y la Unión del África del Sur tienen varios idiomas nacionales.
En primer lugar, no existen en ninguno de esos países varios idiomas nacionales, sino que los que existen son varios idiomas oficiales, idiomas á los cuales se les ha dado carácter oficial, por ser los idiomas de nacionalidades distintas existentes dentro del mismo Estado. En la república de Suiza hay una mayoría de cantones alemanes, esto es, cantones de raza alemana, de costumbres alemanas y de idioma alemán, varios cantones franceses, ó sea, cantones de raza, costumbres é idioma francés; y un cantón de raza, costumbres é idioma italianos. No es, por consiguiente, que en Suiza todos los suizos hablen indistintamente los tres idiomas. Sino que hay suizos que poseen el alemán como único idioma nacional y lo utilizan exclusivamente, otros el francés, y otros el italiano. Claro está que esa proximidad y convivencia hace que muchos suizos alemanes hablen el francés, y muchos franceses alemanes el alemán. Pero lo hablan como uno cualquiera de nosotros hablaría el ruso ó el japonés, esto es, no como un idioma nacional, no como un idioma propio, sino como un idioma extraño adquirido por el estudio y por la práctica continuos.
Lo mismo ocurre en el Canadá. En el Canadá hay un Departamento ó Estado, el de Quebec, cuyos habitantes son, en su mayoría, descendientes de los antiguos colonos franceses, y que hablan consiguientemente el francés como idioma nacional. Y en los restantes Estados del Dominio, puede decirse que su mayoría están constituidos por colonos de raza inglesa, y que tienen, por lo tanto, al inglés por idioma propio. Más, como no podía evitarse que de hecho algunos colonos franceses fuesen á establecerse á Estados de raza inglesa, ni que colonos ingleses fuesen á vivir al Estado de Quebec, por no inferir agravio á ninguno de los dos, se han declarado á ambos idiomas, el francés y el inglés, idiomas oficiales. Pero no puede decirse que ambos á dos, y para todos los canadienses, sean el inglés y el francés los idiomas nacionales.
En Filipinas no ocurre esto. Hay una minoría de filipinos, descendientes e individuos de raza española que tienen al castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único. Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aún muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado. Fuera de estos focos, que si son una excepción, lo son á favor del castellano, tenemos una gran masa de origen homogéneo, el malayo, y no dos ó tres nacionalidades distintas como ocurre en Suiza, Bélgica, Austria ó el Canadá.
No hay que pensar, por consiguiente, que la gran masa de filipinos tenga dos idiomas nacionales, porque no tienen todos ellos más que una tradición, unas costumbres y son de una misma raza. No existen aquí para los efectos del idioma dos nacionalidades distintas, una situada, por ejemplo, en Luzón y otra en Bisayas; y los mestizos americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés.
Si todo esto es absolutamente cierto, no cabe duda que podrá haber filipinos que hablen los dos idiomas, el inglés y el castellano, pero en uno de ellos solamente pensarán y sentirán, y ese será su verdadero idioma nacional. Y en verdad, quizás existan excepciones individuales, pero de los dos idiomas, aquel en el cual piensan y sienten los filipinos es el idioma castellano. En él pronuncian sus discursos los políticos; en él impresionan y agitan los oradores á las masas populares y proletarias; en él brindan y se expansionan las sociedades de recreo; en él cantan los poetas; en él luchan los periodistas, y en él hablan y escriben los hombres de ciencia del país. Y si el caudal científico y literario de Filipinas, no es, cierta y afortunadamente de hoy, sino que data de ayer, es innegable que la mayor parte de las obras científicas y literarias, y la prensa filipina, son obra de unos pocos de la generación de ayer, y de unos muchos de la generación de hoy, de la generación nueva, que expontáneamente sigue pensando y sintiendo en castellano, que es y deberá ser, por consiguiente, no el único idioma, en absoluto, pero sí el único lenguaje nacional de todos los filipinos.
Tirso de Irureta Goyena
Fuente:
ALAS FILIPINAS: El castellano, único idioma nacional
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